La mayoría de los turistas que vienen a Vang Vieng lo hacen en búsqueda de fiesta, naturaleza y deportes de aventura. Sin embargo, Vang Vieng ofrece mucho más. Para comenzar, que nadie se imagine este pequeño pueblo como “la Ibiza de Laos” o algo por el estilo. Excepto los fines de semana, la vida transcurre tranquilamente. Todas las actividades se construyen a los márgenes del río Mekong, pero lo que destaca en esta ciudad es la bellísima cordillera de rocas afiladas que lo bordea, y es del todo fascinante.

© Miguel Ángel Vicente de Vera

En este ecosistema brotan los deportes de aventura: puedes hacer kayak, tubbing (lanzarte en un neumático por el río), escalada, mountain bike o senderismo. Es también un gran destino para descansar. Hay una gran oferta de restaurantes, con comida típica laosiana. No te puedes marchar sin probar su famosa barbacoa, es una plancha eléctrica, en la que pones cerdo, pescado, mariscos e incluso los productos para que te prepares allí mismo a modo de raclette asiática, las carnes en la parte de arriba, y en los lados, una sopa deliciosa.

Experiencia hotelera

También hay una gran -y cada día mejor- oferta de hoteles. En nuestro caso optamos por el hotel Inthira Vang Vieng y no podemos estar más satisfechos. El edificio es fascinante, con una decoración industrial y muy moderna, en hormigón visto y acero negro. De las ventanas, caen enredaderas y los jardines son muy cuidados. La entrada muestra una puerta tradicional que han mantenido, aunque es decorativa, ya que ingresas por el lado, y en general los espacios son amplios y abiertos. El más deseado es la primera planta, con una piscina infinita que da directamente al río. Sencillamente espectacular. El gran acierto del hotel es que en realidad desde casi cualquier punto puedes ver el río y las montañas, que es lo que lo hace único, ofreciendo las mejores vistas de la ciudad, de esa maravilla de la naturaleza.

La comida es una delicia, un esmerado grupo de chefs locales preparan cada día comida fresca, con un elegante toque, tanto local como internacional. Cenar cerca del río o bajo la luna, con una leve brisa, es algo que no tiene precio. Las habitaciones son muy amplias, con una cama grande y cómoda, aire acondicionado, baño de diseño y sobre todo, ¡unas vistas que te dejarán sin habla! Las suites del Inthira Vang Vieng llevan la experiencia a otro nivel: con jacuzzi, salón muebles de diseño, baños separados, café de primera calidad, mini bar con champán y una maravillosa terraza en la sexta planta.

© Miguel Ángel Vicente de Vera

Para no aburrirse

Una buena opción para conocer los alrededores de Vang Vieng es hacer un tour con varias actividades. Tiene un costo de unos 130.000 kips (alrededor de 13 euros por persona). A lo largo de todo un día visitas unas cuevas subido a un tubbing, no apto para claustrofóbicos, pero 100% seguro y divertido. Luego te llevan a ver la Elephant Cave, que no se compara con las cuevas anteriores, es un pequeño espacio de adoración a Buda con un elefante esculpido en la roca, al parecer de manera natural. A continuación puedes tirarte en tirolina por una zona selvática, que viva la adrenalina. La sensación es que existe una buena infraestructura, segura y apta para todos. 

© Miguel Ángel Vicente de Vera

Por la tarde te llevan a hacer kayak por el río Mekong, una verdadera delicia para el alma. Las escenas son realmente oníricas, propulsándote con los remos en un paisaje encantador, siempre bajo la omnipresente vista de las montañas afiladas. Otra opción es hacer tubbing, parando -pero siempre con mucha precaución- en los dos bares estaciones para tomarte una cerveza bien fría.  El Blue Lagon, donde termina la excursión parece más que una laguna, el tramo de un río, de todas formas, el lugar es idílico. Recomiendo no ir a última hora que se abarrota de gente, mejor por la mañana, pero realmente vale la pena darse un chapuzón.

Vang Vieng es uno de esos lugares que no te debes perder en tu visita a Laos, un lugar que seguro que te generará un montón de anécdotas y buenos momentos. !Al menos así nos pasó a nosotros!

© Miguel Ángel Vicente de Vera

 

 

Etiquetas :