Publicado en Condé Nast Traveler

Mazagón suena a súper héroe de ficción, a polvorón navideño, a nombre de banda indie. En realidad, se trata de una pintoresca y poco conocida localidad de 4000 habitantes en la provincia de Huelva, donde se come un “pescaíto frito que quita er sentío”, como aseguran los lugareños, y con 17 kilómetros de playa virgen de rabiosa belleza

En Mazagón los churros se compran los sábados por la mañana. Toca madrugar y dar un paseo matutino, un pequeño ritual que únicamente acontece durante los meses estivales. Al encarar la calle de la churrería El Amanecer irrumpe el empalagoso y cautivador aroma de la harina frita. La churrería es una pequeña construcción rectangular de estética setentera decorada con azulejos azules y blancos y un toldo a rayas del mismo color. Tan importante como la compra de churros es la animosa charla con José Antonio, su propietario. Contemplar la masa de harina cayendo de la manga pastelera sobre el aceite hirviendo en forma de espiral es un acto de meditación trascendental.

Y en gran medida, ese es el encanto de Mazagón, mantener firme su identidad y su estética sin haber torcido el brazo al canto de sirenas de la modernidad. Todavía permanece el colmado donde las cañas de pescar y los anzuelos se entremezclan con los omnipresentes flotadores de flamencos rosa, los pareos de inspiración hindú y las chanclas a raya; la heladería de barrio, donde aseguran que vender los mejores helados de leche merengada del mundo; la pescadería “de toda la vida” e incluso una antigua sala de máquinas noventeras, que te recuerda la felicidad de la infancia, cuando pasabas las tardes jugando con tu primo.

EL CHIRINGUITO QUE NO FALTE

En Andalucía la experiencia playera tiene que estar salpimentada, sí o sí, con la visita a un chiringuito. En Mazagón esta popular construcción alcanza su máxima expresión en el Cherengueti: vistas al mar, buena música, una carta sencilla y deliciosa con precios razonables y litros de tinto de verano. Nada puede fallar.

Si prefieres un poco más de privacidad y tranquilidad, sobre todo en este contexto pandémico, tan solo tienes que conducir el coche unos 10 minutos hasta el Parador de Mazagón. Ese mismo camino de tierra finaliza en la playa de Mazagón más salvaje, sin rastro de civilización y protegido por unos áridos acantilados que contrastan con el majestuoso océano Atlántico. El plan perfecto consiste en ir con provisiones de agua y comida y una sombrilla para pasar el día, porque no vas a encontrar una sombra ni un chiringuito en kilómetros a la redonda, y en los meses de julio y agosto el sol no tendrá piedad de ti.

PLAN B PARA LOS QUE RENIEGAN DE LA PLAYA

Lo interesante de Mazagón es su estratégica ubicación, con planes alternativos para nuestro querido amigo que detesta la playa y no soporta la arena entre los dedos de los pies. Sevilla está a una hora y media y Huelva a 15 minutos. Si de repente te apetece tomarte un bacalao a bras o bañarte en las playas del Algarve, puedes llegar a la frontera con Portugal en tan solo una hora.

A unos 15 minutos está Moguer, un pintoresco pueblo que vio nacer al poeta y premio Nobel Juan Ramón Jiménez, conocido por su libro Platero y yo, lectura obligada durante años en los colegios de toda España. Sus calles centenarias con edificios encalados en blanco son muy fotogénicas e instagrameables.

Palos de la frontera también merece una visita, su centro histórico medieval rebosa de calles angostas llenas de historia y plazuelas con encanto. Este pueblo es mundialmente conocido por ser el punto de partida del viaje que llevó a Cristóbal Colón y las tres carabelas hasta el continente americano.

DARLO TODO EN MAZAGÓN

Luego de un día de playa y chiringuito hay que volver al hotel para rehidratarse con un nuevo tinto de verano y hacer lo que hacen los paisanos: ir a cenar a la calle principal, repleta de restaurantes con terrazas al aire libre y una oferta gastronómica basada en productos del mar. Las puntillitas, el choco frito, el pez espada o el cazón adobado son algunos de los Greatest Hits. En verano la población de Mazagón se cuadruplica y por la noche hay bastante movimiento. Muy recomendable los alrededores del Parque, con varios locales para tomarte una copa y bailar toda la noche como si no hubiera mañana.