Publicado en La Vanguardia

Dos figuras humanas entrelazadas, de rasgos expresionistas y pintadas de color negro, contemplan a una tercera ardiendo mientras cae hacia un insondable vacío. La inquietante imagen es una de las expresiones más sublimes del muralismo mexicano, con permiso de Diego Rivera. Se trata de una pintura de Clemente Orozco (1883 Zapotlán – 1949 Ciudad de México), uno de los más renombrados muralistas mexicanos.

Este mural se puede contemplar en la ciudad de Guadalajara, en el interior del Hospicio Cabañas, sobre una enorme cúpula a 27 metros de altura. El hombre en llamas, como se conoce esta imagen, es una pugna de rojo y negro, vida y muerte, abismo y redención. En torno a ella, se han arrojado numerosas interpretaciones: encarna el mismísimo dolor humano, refleja rituales prehispánicos vinculados al fuego, sacrificios ancestrales, la corrupción de la sociedad o el mito de Prometeo.

@Miguel Ángel Vicente de Vera

Pero esta escena es tan solo un pequeño retazo de los 57 murales que recubren como una muda los techos y paredes del monumental Hospicio Cabañas. En ellos se destilan los lugares comunes que vertebran su obra: las luchas de clases, la opresión de los pueblos indígenas, la conquista española y el proceso de independencia mexicano.

En su trazo, dinámico y dramático, también se refleja su compromiso; sus pinturas son hipnóticas, con un poso tétrico, pero de fuerza ciclónica: hay curas encapuchados, caballeros blandiendo sables, rostros agonizantes, guerras que acontecen en el purgatorio…

El Hospicio Cabañas, un majestuoso edificio neoclásico de principios del siglo XIX, fue diseñado por el arquitecto español Manuel Tolsá (1757-1816), por encargo del obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo, con la idea que fuera un hogar para niños y huérfanos, pero también ancianos y enfermos. Resulta grato contemplar tanta belleza en una construcción concebida al servicio de los más desamparados.

Un centro cultural plagado de historia

El complejo está inspirado en el Hotel de los Inválidos de París y en el mismísimo Escorial. El conjunto mide 165 metros de ancho por 145 metros de largo. Al llegar aborda cierta confusión: parece una basílica, pero también un palacio, aunque en realidad fue concebido como hospicio. Posteriormente se transformó en cuartel militar, asilo de ancianos y escuela de artes y oficios. A día de hoy funciona como centro cultural y museo.

La avenida Miguel Hidalgo y Costilla conecta el Hospicio Cabañas con la catedral de Guadalajara y la plaza de Armas, donde reina un agradable bullicio de vendedores, turistas y vecinos que van y vienen con sus quehaceres domésticos. Hay bancos donde sentarse, bares con espléndidas terrazas y sobre todo una sensación de tranquilidad, como si el vértigo del tiempo aquí no tuviera aquí cabida.

@Miguel Ángel Vicente de Vera

La catedral de Guadalajara

Las afiladas torres de la catedral de Guadalajara son un símbolo de la ciudad. Su historia se remonta cuatro siglos atrás, cuando en 1551 el mismísimo Felipe II la mandó construir. Es su fachada se superponen estilos arquitectónicos como el gótico, el barroco o el neoclásico. Es un lugar de peregrinación y gran devoción entre los lugareños.

El interior de la actual Arquidiócesis de Guadalajara es igual de deslumbrante; prevalece un estilo neoclásico con grandes columnas que cimientan un espacio diáfano y sacro. Los altares dedicados a San Juan de Dios y a Nuestra Señora de Guadalupe son los más engalanados y los que más fervor reciben.

Allá donde se pose la mirada continúa la celebración arquitectónica. Notabilísima construcción es el teatro Degollado, que bien podría formar parte del centro histórico de París. De formas neoclásicas y elegantes, se erige como uno de los grandes templos de las artes. Allí se reúne lo más granado de la sociedad para escuchar recitales, óperas y conciertos.

El pulso de la ciudad se siente en sus variados y nutridos mercados. Son lugares del todo fotogénicos, donde se atestigua la enorme riqueza del país. Uno de los más conocidos es el mercado San Juan de Dios. Allí llegan frutas y verduras de la provincia de Jalisco, una explosión de colores y sabores: chirimoyas, chicozapotes, capulines, tunas, la lista es interminable.

El agudo canto de una vendedora de frutas de edad indeterminada se confunde con la conversación de un grupo de señores de mediana edad. Los mozos de almacén hacen carreras con sus carretillas, las señoras discuten el precio de la carne… En el mercado también puedes adquirir artesanías a muy buen precio: las calaveras de cerámica son regalo obligado, también las máscaras de lucha mexicana. La figura de Frida Kahlo aparece en camisetas, bolsos y estampados, también venden productos de cuero, bordados y cerámicas de la zona.

Es difícil caminar más de diez minutos por la calle sin que aparezca un puesto de tacos. Los puedes comer a cualquier hora y a precios muy asequibles. En los mercados la variedad y materia prima es imbatible. A pesar su opresiva atmósfera, la profusión de olores y el caos reinante, no hay que tener reparos a estos puestos tradicionales.

Un buen truco para elegir tu puesto de tacos es la cantidad de personas que hacen fila para adquirirlos. La oferta es muy variada. Uno de los más conocidos es el taco pastor, de carne de cerdo, cilantro, cebolla y piña, otra celebrada opción es el taco cochinita, con partes más grasosas del cerdo, naranja agría y achiote. Muy sabroso el de camarón o el sudadero, con carne de cabeza, tripas y chorizo, con distintas peculiaridades en función de cada provincia.

@Miguel Ángel Vicente de Vera

La capital de Jalisco

Guadalajara es la capital de Jalisco, la provincia más folklórica del México. Aquí nacen los mariachis, la charrería y por supuesto el tequila. A tan solo una hora en coche de Guadalajara está Tequila, un pintoresco y cuidado Pueblo Mágico que le da nombre a la famosa bebida.

El tañido de una campana da la bienvenida, en la plaza hay varias familias jugando con sus hijos, vendedores de postales y fotógrafos al acecho. Las calles, en estilo de damero, rebosan casitas de una planta de estilo colonial, pintadas de amarillo, rojo, verde o azul, el suelo está empedrado y las paredes cubiertas de enredaderas. Indudablemente se trata de un lugar muy turístico, que absorbe riadas de turistas internacionales, pero eso no le quita ni un gramo de su encanto y la simpatía de sus moradores es digna de mención.

@Miguel Ángel Vicente de Vera

Visita a Tequila

El mejor lugar para conocer el apasionante mundo del tequila, es sin lugar a dudas, el Centro Cultural Juan Beckmann Gallardo, que narra a través de una amplia exposición la esencia de lo mexicano y la estirpe e historia del más famoso tequila del mundo: José Cuervo.

En un amplio y moderno edificio de estilo colonial se muestra la historia de la charrería: trajes tradicionales, doma de caballos, monturas, botas y demás utensilios de esta expresión cultural. Destaca también una exposición de carruajes, de arte mexicano y de los orígenes de la familia Cuervo.

El Centro Cultural está decorado de una manera exquisita, con enormes esculturas de bronce que decoran sus jardines, espacios para conciertos y una cuidada vegetación. En la parte final se muestra el proceso de obtención del tequila: el cultivo del agave azul, su recolección y posterior destilación por medio de alambiques.

En sus inmensos salones, que se alquilan para eventos, se ofrece una cata de sus celebrados tequilas. El consejo más importante: nunca se debe beber el tequila de un trago. Hay que tomarlo a pequeños sorbos y saborearlo poco a poco, disfrutando los matices y los aromas velados. Así como ocurre con la vida misma.