Publicado en Condé Nast Traveler
¿Te cuento un secreto? Existe una pequeña isla en el Caribe hondureñorodeada de aguas turquesas con uno de los fondos marinos más espectaculares del continente americano.
¿Sigo? Su naturaleza salvaje recubre gran parte de la isla, la mejor manera de conocerla es en una moto scooter, pero de eso hablaremos más adelante. ¿Todavía más? Posee un agradable clima tropical durante todo el año, regulado por la brisa marina y unas modernas infraestructuras hoteleras. ¿Me acompañas?
La zona de West End, en la punta oeste de la isla, es el mejor lugar para alojarse. Básicamente por su playa de infarto, con palmeras en la orilla en perfecta formación militar y una arena tan blanca como la dentadura de Luis Miguel.
Nada más sumergirte en el mar te encontrarás una sorpresa inolvidable: estás en medio de una barrera de coral de 700 kilómetros que se extiende a lo largo de las costas de México, Guatemala, Belice y Honduras, la segunda más grande del planeta, con permiso de la de Australia.
Después de recorrer gran parte del continente americano, puedo prometer y prometo que estas aguas no tienen comparación. Básicamente por tres razones: la extraordinaria transparencia y colorido de sus aguas -no vas a necesitar ningún tipo de filtro para Instagram-, la riqueza del arrecife y lo cerca que está de la costa.
EL BUCEO MÁS BARATO DEL MUNDO
Bajo el mar, pocos placeres están a la altura de permanecer, cual yogui hindú, contemplando una anémona de color rosa fluorescente mecida por las corrientes.
También aceptamos acompañar a una de una de las muchas tortugas marinas que pulularán a tu alrededor. Pero si lo que de verdad te gusta es bajar a las profundidades, Roatán es uno de los mejores y más baratos destinos de buceo del mundo.
El curso para la obtención del certificado PADI cuesta alrededor de 5.000 lempiras hondureñas (unos 180 euros), mientras que una inmersión de 45 minutos tan solo 700 lempiras (unos 25 euros). Las empresas Splash In y TGI Divers son dos buenas y reputadas opciones, con equipos importados de primera calidad.
Pero es que además Roatán arrastra un pasado rebosante de aventuras: escaramuzas navales, invasiones y guerras. El mismísimo Henry Morgan, uno de los piratas más célebres de la historia, tenía aquí su escondite favorito.
En realidad, la isla cuenta con muchos más atractivos turísticos. Una manera muy recomendable de conocerlos es marcarse un road trip al más puro estilo Easy Rider. No lo dudes ni un instante: alquila una scooter y lánzate a recorrer sus carreteras.
Algo que te sorprenderá nada más llegar es comprobar que gran parte de la población local habla un perfecto inglés, herencia de antiguas invasiones británicas.
A lomos de tu flamante scooter de color azul pitufo, y con la brisa acariciándote el rostro, la isla comienza a revelar su identidad: plantaciones de papayas, cocoteros, y una inusitada presencia de orquídeas salvajes.
Las carreteras -en realidad hay una principal que conecta West End con Santa Elena, la parte más oriental de la isla- están en perfecto estado y la conducción es muy agradable, tanto que no necesitarás ninguna aplicación de navegación, tan solo dejarte llevar.
LA EXTRAVAGANCIA DE LITTLE FRENCH KEY
Se accede en una pequeña barca, nada más llegar al muelle comienza el espectáculo pirotécnico: esculturas versallescas, fuentes de origen italiano, angelitos de mármol de cuya boca brota el agua, playas privadas, cabañas estilo polinésicas sobre el mar e, incluso, un pequeño zoo con aves paradisíacas, monos y un león enjaulado, y no se trata de una figura retórica.
La aventura sobre dos ruedas continúa a través de acantilados y zonas agrestes. Ahora las casas están mucho más espaciadas, vale la pena llegar a Santa Elena para comprobar la riqueza cultural de la isla.
De repente, hemos cambiado totalmente de escenario, con poblaciones de color con rastas, ropas con estampados de colores y una contagiosa simpatía.
Allí viven poblaciones garífunas, un grupo étnico descendiente de africanos y aborígenes caribes, conocidos por su rica y enérgica música, sus danzas frenéticas y su muy valorada gastronomía, con el pan de yuca, la leche de coco y el pescado frito como productos insignia.
En cada país que se visita todo viajero que se precie debería cultivar la amistad con al menos un lugareño. Santa Elena es tu lugar en Roatán. Muy probablemente un vecino te invitará a sentarte en el porche de una casa de madera pintada de un color chillón, te ofrecerá un plato de pescado con yuca y divagará contigo sobre lo divino y lo mundano mientras el sol se va desvaneciendo en el horizonte.