“Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Se dice: Mi flor esta allí en alguna parte…”. De esta manera tan vehemente defendía el Principito su rosa, única e irrepetible, de la vetusta mirada de las personas grandes.
Para Antoine Saint-Exupéry el autor del archiconocido cuento El Principito, la rosa representa al amor, ya que ésta no es una rosa cualquiera si no que es la “única en su planeta”. Hubo otras que perecieron pero esta persiste en su corazón. Como el amor que siempre profesó Saint- Exupéry a Lyon, su ciudad natal. Paradójicamente el osado aviador a la par que escritor nació en la actual rue Antoine Saint Exupéry, anteriormente llamada rue Alphonse Street Fochier el año 1900.
Esta calle está situada muy cerca de la famosa Plaza de Bellecour, ubicada en el corazón de la ciudad, flanqueada por los ríos Ródano y Saona. Es la plaza peatonal más grande de Europa y patrimonio de la Unesco desde 1998. Mide 310 metros de largo y 200 metros de ancho y es una de las zonas de paseo y encuentro más frecuentada y animada de la ciudad. En el centro hay una enorme estatua de Luis XIV, y en una de sus esquinas se erige un pequeño monumento a Antoine de Saint Exúpery. No se debe obviar la posibilidad de comer en algunos de los bouchons, o restaurantes de comida lyonesa que abundan alrededor de la majestuosa plaza en los que se respira una atmósfera tabernaria y se pueden probar suculentos platos como las croquetas de pescado o el pollo de la granja con salsa blanca acompañado de algún vino de la región.
Pero la singladura de El Principito no ha llegado a su fin. A finales del año que viene se inaugurará la “Casa del Principito” en el castillo de Saint Maurice de Rémens, situado en la localidad de Ain, a pocos kilómetros al norte de su Lyon Natal. En esta mansión del siglo XVIII fue donde el escritor pasaba los veranos de su infancia. El museo constará de un área memorial, un espacio cultural abierto y un centro de recursos equipado con videos y hologramas. Los devotos y entusiastas de este autor que comulgó y empapó toda su obra con postulados existencialistas pueden desplazarse a la localidad japonesa de Hakone donde podrán disfrutar de una réplica del castillo de Saint Maurice de Remens que alberga también un museo del autor y de su obra.