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Si hay algo de lo que se pueden enorgullecer los españoles es de sus tradiciones alimenticias, con ese laissez faire tan característico. Unas tapas, unas cañas y una buena conversación dándole la espalda al tiempo. Culto a la vida, y al cuerpo.  No obstante tampoco es un hábito puramente español o mediterráneo. El brunch anglosajón- combinación de las palabras breakfast y lunch- es toda una institución en los Estados Unidos y en el Reino Unido. Se sirve ente las 10.00 y las 1500 y es una comida entre el desayuno y el almuerzo. El aperitivo italiano ofrece desde finales del siglo XVIII un bufet y una bebida para apaciguar los estómagos entre horas. Es importante recalcar que estas costumbres van mucho más allá de la simple ingesta de alimentos. Es otra manera de generar vínculos, de articular redes personales, de socializarse. Los tópicos apuntan siempre estas prácticas al entorno Mediterráneo. Nada más lejos de la realidad. En Suecia también se practica este acto social: se llama fika.

La gastronomía y sus hábitos alimentarios son una deliciosa manera de conocer una cultura. En la ceremonia de la comida se vislumbran usos y costumbres maceradas por el paso del tiempo que muestran el carácter de una sociedad. Una de ellas es la fika, o pausa para tomar café. Como en toda buena tradición su origen es un tanto difuso. La palabra está documentada desde 1910, pero ya en 1733 se utilizaba el término refiriéndose al café. El significado de fika tampoco está claro, se cree que proviene de la palabra café en sueco antiguo kaffi, con el orden de las sílabas invertidas. La traducción al español se hace  tanto en masculino como en femenino.

Este kit kat rebosante de cafeína es toda una institución en el país escandinavo. Evoca en sus formas al brunch anglosajón o al aperitivo mediterráneo.  El café se  acompaña de unas pastas o de un sándwich. El tiempo de duración oscila es de unos 15 o 20 minutos y  se realiza tanto en el ámbito laboral como en el doméstico. El ritual tiene lugar alrededor de las 10:00, también se realiza por la tarde, sobre las 16:00.  “Normalmente acompañamos el café  con dulces y pastitas. Los más conocidos son los canellebullar, unos bollos de canella y los Damsugare un tipo de pastita sueca. En el trabajo lo hacemos a diario sobre las 10 y media”, explica Catharina Skoog, una sueca afincada en Madrid.

La fika es una cuestión nacional: “Estudiantes, amas de casa, trabajadores y jubilados hacen la fika. Es un momento en el que puedes charlar con tus compañeros de trabajo pero de una manera mucho más relajada”, prosigue Catharina. No en vano Suecia es uno de los mayores consumidores de café del mundo. Con una media de seis tazas por día y habitante ocupan en el sexto lugar del ranking  mundial, por detrás de otros países escandinavos y con Finlandia a la cabeza, según la Organización Internacional del Café  (ICO).

Existen estudios que revelan que la práctica de la fika fomenta las relaciones laborales. Para Catharina Skook la fika funciona como un foro: “Es un espacio donde ponemos en común cuestiones del trabajo, discutimos y buscamos soluciones, pero desde un contexto mucho más relajado. Por supuesto que también hay tiempo para hablar de cuestiones  personales.” Más allá del alivio que entraña apartarse durante un rato de la pantalla del ordenador para hacer acopio de energías y  dejar que la imaginación orqueste revoluciones o que realice viajes mentales a exóticos países la fika cohesiona y reivindica la ceremonia.