Al igual que el camino de baldosas amarillas de El Mago de Oz, pero en una versión más rústica y mundanal, la ruta de la piedra seca nos traslada al fabuloso mundo de la sierra de Tramuntana, donde todavía persisten ecos de leyendas, paisajes épicos y los últimos resquicios vírgenes de este ecosistema mediterráneo.
Esta ruta aprovecha los antiguos caminos que conectaban las localidades de la cordillera mallorquina, que recorre todo el litoral oeste de la isla. A día de hoy ofrece 171 kilómetros de senderos señalizados, que van desde Andratx al sur de la sierra hasta Pollensa, al noroeste.
El itinerario completo se recorre en seis días con una media diaria de caminata de cinco o seis horas. Al final de cada tramo hay un refugio donde hospedarse. Entre los mallorquines es muy habitual hacerlo por partes, de esta manera la logística es más sencilla y exige una menor condición física.
La piedra seca se refiere a una técnica constructiva típicamente mediterránea que consiste en colocar una piedra tras otra sin ningún tipo de cemento o argamasa (marges en mallorquín) , formando terrazas que permiten ganar espacio para cultivos a la abrupta geografía mallorquina. Esta técnica también se usa para la construcción de muros e incluso viviendas.
INMERSIÓN EN LA MALLORCA MÍTICA
Una tierra mítica donde todavía se practica la cetrería con águilas para cazar cabras montesas, donde cada año los vecinos de un pueblo se disfrazan la mitad de moros y la mitad de cristianos, rememorando la derrota de los piratas allá por el año 1561.
Una tierra donde en la noche de San Juan hombres y mujeres disfrazados de demonios bailan hasta el amanecer con fuegos y tridentes. La Mallorca que no sale en las guías turísticas.
Todos los caminos conducen a Roma, pero vamos a comenzar por Banyalbufar. Se trata de un minúsculo pueblito de unos cientos de habitantes que se da de bruces con la inmensidad del Mediterráneo, rodeado por un épico sistema de terrazas de piedras a modo de anfiteatro romano.
En la vegetación de la zona prevalecen los pinos mediterráneos y olivos centenarios, que se asemejan a esculturas vivas, construyendo una amplia paleta de tonalidades verdes. Por sus angostas calles apenas puede pasar un vehículo. Las fachadas, siempre encaladas, están decoradas con macetas con flores.
Una carretera conecta con un sencillo muelle de pescadores y una minúscula playa de grava. El llamado Camí des Correu, que conecta Banyalbufar con Esporlas, nos sumerge en la ruta de la piedra seca. Se trata de un trayecto de unas cuatro horas.
En el primer tramo podemos disfrutar de la majestuosidad del Mediterráneo y su azul turquesa, para luego adentrarnos en la naturaleza de la sierra, con presencia de árboles frutales, encinares y pinos mediterráneos.
Basta solo cerrar un poco los ojos para percibir una estampa impresionista del paisaje. No debemos olvidar que la isla desde el siglo XIX recibe a una multitud de pintores atraídos por las atmósferas y paisajes de la isla, como Anglada Camarasa, Joaquín Sorolla o Santiago Russiñol, por citar algunos.
El camino es totalmente rural y salvaje, de repente aparece una possessió (o antigua casa mallorquina) , donde antaño vivían los terratenientes. Actualmente son **casas de lujo u hoteles boutique **.
Las señalizaciones de madera que nos sirven de guía y nos indican cuánto queda para llegar a nuestro próximo destino: Esporlas.
EL DISCRETO ENCANTO DE ESPORLAS
Aquí nos encontramos otro pueblo con de infalible encanto. Su proximidad a Palma, la capital, ha propiciado que en los últimos años se haya convertido en un refugio de jóvenes mallorquines en búsqueda de una vida más sosegada.
Si puedes llegar el sábado mucho mejor, así podrás disfrutar del mercado local y de la famosa sobrasada (el embutido de cerdo y pimentón que se unta en pan) , el camaiot (otro embutido de carne magra de cerdo y sangre) o el lomo de cerdo negro mallorquín.
A tan solo unos pocos minutos del centro de Esporlas está el refugio de Son Trías, donde podrás descansar y coger fuerzas para la siguiente jornada. Se trata de una antigua possessió renovada, con una amplia y moderna cocina, duchas y literas.
El precio es de 14 euros por persona y noche. A pesar de que la ruta no se aleja mucho de los núcleos urbanos, es importante ir bien preparado: un mínimo de dos litros de agua por persona, comida, chaqueta impermeable (por si aparece una repentina lluvia) , zapatos cómodos, una muda y una clara idea de la ruta a realizar.
Es recomendable llamar antes a los refugios y hacer reservas, ya que en temporada alta (los meses que van de septiembre a abril) , sobre todo los fines de semana, la demanda es alta.
EL TRANVÍA DEL PUERTO DE SÓLLER
Uno de los trayectos más famosos de la ruta de piedra seca es el que conecta el refugio de Muleta con el refugio de Tossals Verds.
Este es uno de los tramos más exigentes, pero también el que te recompensa con los más bellos paisajes, principalmente el embalse de Cúber, que nos evoca a una obra del pintor romántico Caspar David Friedrich.
La primera parte del recorrido parte del refugio Muleta, en el Puerto de Sóller, muy cerca del faro de Cap Gros, con unas vistas cinco estrellas por menos de 15 euros la noche.
Dejamos atrás el encantador puerto de Sóller, famoso por su arquitectura afrancesada y su tranvía para enfilar el Camí de Murterar, pasando por el pueblo de Biniaraix, vamos subiendo en altura y el paisaje es embriagador, con pequeñas casas de pastores y una gran presencia de olivares, sin olvidar los archifamosos naranjos de Sóller.
Tras unas tres horas de marcha llegamos al embalse de Cúber, un paisaje de tintes alpinos, con aguas cristalinas -y en invierno-, cubierto por un delicado manto de nieve. Una más de las muchas acuarelas que se irán esbozando en este lienzo que es la sierra de Tramuntana.
Publicado en Condé Nast Traveler