Publicado en Condé Nast Traveler
Por la noche, desde lo alto de la torre de observación de 40 metros de altura, Mashpi Lodge Ecuador se adivina como una solitaria luciérnaga que con su luz desafía la oscuridad. Hasta allí llegan los chillidos del mono aullador que marca su territorio, el fugaz aleteo de algún ave nocturna y el viento que se filtra entre el follaje. En el suelo los sonidos se acentúan. A través de los senderos -que en la penumbra parecen más estrechos que de costumbre-, se escucha el croar de ranas de colores fluorescentes y un concierto de cientos de insectos. No se les oye, pero también hacen acto de presencia gracias a la luz de la linterna, arañas, lagartos y serpientes.
La mejor hora para el avistamiento de aves es el alba, justo con la primera luz del día. Una amplia terraza mirador revela un paisaje con una densa vegetación selvática y colinas al fondo, de las que emergen nubes que se enredan en las copas de los árboles. Allí aguardan varios guías naturalistas que muestran a través de prismáticos algunas de las más de 500 aves que tienen identificadas en la reserva. Justo a los pies del balcón, y siguiendo la pista de un racimo de plátanos, aparece un coatí, un pequeño mamífero de la familia de los mapaches.
Esto son tan solo algunos de los vecinos de Mashpi Lodge, un elegante hotel boutique ubicado en el corazón del Bosque Nublado de Ecuador. Este ecosistema forma parte de la región biogeográfica del Chocó, que se extiende desde Panamá, pasando por Colombia y Ecuador, hasta el noroccidente de Perú, cubriendo un área total de 187.000 kilómetros cuadrados. Está considerada como una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta. Esta riqueza se debe a la extrema humedad del ambiente, la alta pluviosidad, las temperaturas cálidas y sus diferentes pisos climáticos. En la parte ecuatoriana habitan 542 especies de aves, 113 de mamíferos y 21.490 tipos de plantas, de las cuales unas 400 son orquídeas.
PRINCIPIOS SOSTENIBLES DE MASHPI LODGE
El hotel está en el interior de una reserva de 17.000 hectáreas, de las cuales 1.200 son privadas. Para su construcción no se taló prácticamente ningún árbol, todas y cada una de las piezas fueron ensambladas y transportadas desde Quito. Su gestión está basada en principios sostenibles: no vierten ningún tipo de residuo, utilizan iluminación LED y más del 80% de los trabajadores pertenecen a las comunidades aledañas. Gracias a estos estándares sociales, medioambientales y de excelencia, recibió la distinción de National Geographic como uno de los 24 primeros Unique Lodges of The World.
El vidrio y el acero son los materiales que prevalecen en esta arquitectura de líneas minimalistas. La finalidad es poder contemplar la vegetación que le circunda desde cualquier punto de su interior, creando la sensación de estar en el interior de una burbuja de cristal en medio de la selva. Cuenta con 22 habitaciones, tres de ellas suites, con amplios baños, mobiliario que recuerda a la estética nórdica, lámparas de diseño y una cama de esas que cuesta abandonar. Pero más allá de estas comodidades lo que marca la diferencia son los detalles: una nota escrita a mano por el director dando la bienvenida junto a un cuenco con frutas tropicales, bombones hechos con chocolate ecuatoriano en la mesita de noche, un té helado cuando llegas de una excursión o descubrir que cada vez que vuelves a la habitación la cama está recién hecha y todo en perfecto orden.
En el exterior la magia continúa. Disponen de varios senderos en un entorno de bosque húmedo tropical y bosque nublado primario. Tras 20 minutos de caminata aparece una cascada de 10 metros rodeada de un paisaje edénico, con helechos de más de un metro de longitud y flores exóticas. De nuevo se escucha el chillido de un mono, un capuchino blanco, asegura el guía.
A TRAVÉS DEL RÍO MASHPI
Tras el baño, la expedición transcurre literalmente a través de un río. Las botas de agua -que recuerdan a la infancia, cuando gracias a ellas podías zambullirte en los charcos de barro los días de lluvia-, permiten disfrutar de unas vistas y un ecosistema de una pureza sin igual. Algunas aves paradisíacas atraviesan fugazmente, y desde lo lejos se ve la silueta de un tucán andino. Cuesta imaginar que estamos a tan solo 110 kilómetros de la gran urbe de Quito.
Es hora de reponer fuerzas. Un copioso bufet centrado en gastronomía de costa y sierra ecuatoriana aguarda a los visitantes. Por las noches se sirven platos a la carta, como solomillo en salsa de cerveza negra o atún a la plancha con especias de la zona, perfectos para maridar con algún vino de su amplia bodega.
Otra experiencia inolvidable consiste en subirse al Teleférico privado, de dos kilómetros de longitud y una elevación de hasta 160 metros. Desde la canasta la selva parece una gran alfombra de musgo con pelusas hechas de nubes. Su nuevo juguete es el Sky Bike, una bicicleta para pedalear a 40 metros de altura y ver muy de cerca las copas de los árboles, un sustrato en el que se concentra una gran cantidad de vida animal.
CÁMARAS TRAMPA MASHPI LODGE ECUADOR
Las instalaciones del Mashpi Lodge Ecuador también incluyen un amplio laboratorio, con científico residente y convenios de investigación con varias universidades internacionales. En los cinco años que lleva funcionando el lodge han realizado numerosas publicaciones científicas y descubierto entre otras especies, una nueva rana, una orquídea y una magnolia. También desarrollan un programa de cámara trampa, mediante el que han identificado osos perezosos, venados, tigrillos y pumas, entre otros.
Detrás de este proyecto se encuentra el ambientalista y empresario Roque Sevilla, que ejerció el cargo de director de la Fundación Charles Darwin de las islas Galápagos y del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), también fue impulsor de la creación de los principales Parques Naturales del Ecuador: “En 2001 decidimos comprar 1.200 hectáreas en esta parte del Chocó ecuatoriano con el fin de preservarlo. Durante nueve años no se realizó ninguna intervención. Venía mucho con mi familia a acampar, y por las noches teníamos que lidiar con las incomodidades de la selva, así que se me ocurrió hacer una burbuja de vidrio para disfrutar de la naturaleza, pero con las comodidades de un hotel de lujo”.
De vuelta a la civilización hay que recorrer durante 20 minutos en coche un estrecho camino de tierra, atravesado por ríos y pequeñas cascadas. Antes de cruzar las enormes puertas de madera de acceso, que recuerdan mucho a la película Parque Jurásico, hay dos paradas del todo necesarias. Una de ellas es el Mariposario, para deleitarse con el espectáculo de ver revoloteando a decenas de mariposas sobre la cabeza, la otra es el Mirador de Colibríes, donde acuden a diario 22 especies. El último reto es capturar a uno de ellos en una fotografía. Ahora sí, la aventura llegó a su fin.
GASTRONOMÍA MASHPI
La tilapia frita se sirve con aguacate, arroz, ensalada y plátano frito. Es una de las delicias gastronómicas de la zona.
La fritada es una muestra del sincretismo cultural entre la cultura indígena y española. Se trata de unos sabrosos trozos de cerdo fritos en su propia grasa. Lo acompañan con mote (un tipo de maíz tierno), cebolla encurtida y aguacate.
El ceviche de palmito es muy apreciado por los vegetarianos. Contiene los corazones de palmito en una salsa de tomate frío, con cebolla muy picada, perejil, ají, mostaza y cilantro.
CULTURA
El Centro Ceremonial de Tulipe. Se trata de un antiguo santuario que perteneció a los yumbos, la civilización indígena que vivió en estas tierras desde principios del siglo VII y finales del XVI. El sitio arqueológico cuenta con siete piscinas cavadas en la tierra, seis con la forma de la luna en sus diferentes fases y otra con la silueta de un jaguar. Las usaban como espejo de agua para la observación astronómica y con una finalidad ceremonial en los procesos de iniciación, purificación y fertilidad.