La llegada es cuanto menos épica. Una barca a motor decorado con vivos colores te lleva desde el puerto de Had Rin Nok en la isla de Ko Phangan, hasta el resort.  Al cabo de unos 10 minutos se comienza a divisar una pequeña playa de arena blanca con hamacas y palmeras que discurren paralelamente a la orilla. La vegetación es exuberante, selvática y salvaje, hasta que no estás muy cerca de la orilla, no te das cuenta de la existencia de pequeñas cabañas tradicionales tailandesas mimetizadas en el paisaje. Nada más cruzar un sencillo umbral de madera, eres consciente de que no es un lugar al uso. Los clientes saludan, parece que nadie tiene prisa, aparecen estatuas Ganesh, el dios elefante, de Buda y otras deidades. Un pequeño río serpentea las cabañas desde lo alto de las colinas hasta encontrarse con el mismísimo Golfo de Siam.

© Miguel Ángel Vicente de Vera

The Sanctuary es casi un lugar de peregrinación. Los turistas vienen desde lejanas partes del planeta, para permanecer un par de semanas, descansar, hacer retiros de yoga, a veces con ayunos o dietas saludables, y desconectar del bullicioso ritmo de Occidente. El ambiente que emana el lugar es un aire hippie, pero sofisticado. Ofrecen cursos de yoga, de meditación, por supuesto masajes, baños de vapor y otras actividades vinculadas con el cuidado del cuerpo, pero sobre todo del alma.

Pero es importante recalcar que este no es un lugar exclusivo para expertos en yoga. Mucha gente ajena a estas disciplinas, lo visita para disfrutar del único ambiente que aquí se construye, y deleitarse de sus excepcionales zumos y batidos  detox, de su no menos maravillosa cocina, de la paz que se respira, de hacer vida de comunidad, de saludar con el personal, que se aprende enseguida tu nombre y te saluda e integra de inmediato y con la gente del todo interesante que viene -hay músicos, actores, personajes nómadas, almas extravagantes-. Pasear por los senderos y playas aledañas, visitar el salón de té, participar en la noche de “Open Mic” donde cualquiera puede subir al escenario y cantar, bailar recitar poesía o porqué no, para disfrutar de una noche de desenfreno en la famosa fiesta de la Full Moon Party, que se realiza cada mes llegando magistralmente en lancha desde su playa vecina: The Sanctuary.

© Miguel Ángel Vicente de Vera

Por supuesto que muchos de los que vienen aprovechan para explorar la isla, un gran destino de buceo, con hermosas playas, paseos selváticos y una excelente gastronomía. Koh Phangan es una de las islas más turísticas de Tailandia, y está muy cerca de otras, como Koh Tao, y en ellas encontrarás lo que busques: desde fiestas multitudinarias desenfrenadas, hasta retiros espirituales en una montaña con vista al mar, ya saben donde.

Por último, pero no menos importante, quiero resaltar el equipo humano capitaneado por Nolan Dalby, un inglés que lleva unos seis años gestionando el hotel junto a su socio Michael. Ambos encarnan a la perfección el rol del gentleman, pero con un toque oriental y desenfadado. Siempre solícitos para ayudar, preocupados en la felicidad de cada uno de sus huéspedes, siempre con una sonrisa contagiosa que parece que la han transmitido al equipo de trabajo. Todos te llamarán por tu nombre, y para nada es algo impuesto, todo fluye así. Pueden pasar un tiempo contigo, charlar, enseñarte su mundo, su cultura, siempre con esa perenne sonrisa que parece habitar en lo más hondo de la sociedad tailandesa, y que te cautiva desde el primer instante. Uno de esos pocos lugares del mundo que elegiría para desaparecer del mundo.  Al menos, por un tiempo.

© Miguel Ángel Vicente de Vera